Re-Sentir,
la misma palabra lo dice: cuando experimentamos resentimiento seguimos
sintiendo. Es un pequeño recoveco donde guardamos el dolor y el enojo que aún
no resolvemos, que vamos acumulando través del tiempo y si no les prestamos
atención, pueden seguir creciendo hasta convertirse en un monstruo dañino en
nuestro interior que poco a poco va creciendo.
Cuando
estamos resentidos sentimos dolor y enojo, enojo añejo, fosilizado en el tiempo
desde que sucedió aquella situación que nos provocó el resentimiento. No
tomamos en cuenta la historia que tenemos con la persona, o lo que podría
suceder en un futuro, modificamos el recuerdo a nuestra conveniencia,
exageramos, desproporcionamos lo sucedido, por ello cada vez que lo traemos de
regreso a nuestra mente nos provoca malestar.
Y
el resultado es que vayamos cortando lazos y perdiendo el interés en la persona
que lo provocó, intentamos que no nos importe nada de lo que hace, dice o le
sucede, sin embargo, pese a todos nuestros esfuerzos no logramos desconectarnos
y sentimos frustración, rabia, impotencia o dolor, por aquello por lo que nos
sentimos ofendidos.
El
resentimiento es una emoción descalificada nivel social, generalmente aquellos
que lo experimentan, no se encuentran en condiciones de comprender, resolver y
mucho menos olvidar, porque al hablar de esto serán juzgados y etiquetados como
malas personas.
Pero el resentimiento, es una emoción como
cualquier otra y tiene causa, razón de ser y por supuesto una consecuencia.
También nos sirve como indicador de la
existencia de un problema al que nos cuesta mucho darle solución.
Éste
se genera cuando vivimos alguna experiencia que nos frustra, nos parece injusta
o nos lastimo y en ese momento, no demostramos nuestro dolor y enojo. Es por ello
que las personas que guardan más resentimientos son aquellas que no saben
expresar sus sentimientos en el momento de manera adecuada.
Si
no ponemos atención, el dolor y el enojo guardados en nuestro recoveco van a ir
creciendo hasta apoderarse de nosotros y el recoveco tiene espacio para
agrandarse todo lo necesario para darle cabida a esta emoción. Porque es un
hecho que aquello que no expresamos, pero lo sentimos, se vuelve tóxico en
nuestro interior, en ocasiones volviéndose crónico y tormentoso.
Muchas
veces además del dolor y el enojo, aparecen los autoreproches, porque nos
sentimos malos por albergar este tipo de sentimientos en nuestro interior,
incluso cuestionamos el hecho de merecer ser queridos, nos descalificamos y en
ocasiones sentimos desprecio por nosotros mismos, afectando de muchas maneras
nuestra autoestima.
Por
lo tanto tenemos que evitar que aparezca el resentimiento, entendiendo que los
seres humanos tenemos cabida para un sinfín de emociones, sin embargo por
nuestra salud mental, espiritual y física tenemos que buscar estrategias para
saber enojarnos adecuadamente y sobre todo reconocer y expresar el dolor que
sentimos.
Hay
que ser realistas con el hecho de que a la mayoría de nosotros no nos enseñaron
expresar nuestro enojo de manera adecuada, ni siquiera como canalizar la
energía que resulta de esta emoción, que nos provoca en general más problemas
que soluciones.
Las
expectativas todo lo descomponen; cuando nos enojamos casi siempre es porque
nuestras expectativas han ido más allá de lo que en realidad está sucediendo.
Por eso tenemos que tener en cuenta que al enojarnos, lo que estamos generando
es un aumento de energía para tener más fuerza y resolver el problema que se
nos está presentando. La cuestión aquí es el grado en el que lo expresamos y la
forma en que lo hacemos.
Para
evitar que crezca el resentimiento en nosotros es importante comunicar nuestro
dolor sin reproches y canalizar la energía de nuestro enojo para resolver el
problema. Porque muchas veces no decimos lo que sentimos, por evitar un
conflicto y lo que resulta de este ejercicio con buena voluntad, es un
resentimiento garantizado.
Todos
traemos cargando en nuestro costal resentimientos, en vez de descalificarnos ¿por
qué no nos damos la oportunidad de transmitir cómo nos sentimos y que
necesitamos? Con el simple hecho de analizarlo nos vamos a dar cuenta de que
estamos heridos, porque estamos enojados y así podremos comunicárselo a la otra
persona de manera mucho más clara.
Se
trata de ser conscientes de lo que nos sucede e identificar como y porque nos
sentimos así, en lugar de actuar de manera automática y sólo reaccionando ante
nuestras emociones. Además es importante comprender que es imposible que todas
las personas nos proporcionen lo que pedimos o necesitamos, no nada más por sus
carencias o las circunstancias, sino principalmente porque a menudo no solemos
expresarlo con claridad.
¡Gracias,
Saludos y Bendiciones!
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