viernes, 27 de febrero de 2015

¿Realmente nos comunicamos?


Los seres humanos creamos realidades o las destruimos a través de nuestro lenguaje.

Constantemente escuchamos o leemos sobre lo importante que es mantener una buena comunicación, ya sea en el ámbito familiar, laboral, social o de pareja. ¿Pero estamos conscientes de todo lo que conlleva el proceso de comunicación?

A veces no encontramos las palabras precisas, la forma de hacernos entender o de transmitir aquello que pensamos o sentimos. Casi siempre nos resulta muy complicado. Incluso, a veces consideramos que no somos nosotros sino que la persona que tenemos enfrente es el culpable, es el que pone la barrera para que no le llegue nuestro mensaje.

No estamos conscientes de todo el engranaje que forma parte del proceso de comunicación. Olvidamos la importancia de comunicarnos con los demás de manera clara y sencilla, complicándonos con palabras rebuscadas o de moda, con muchas explicaciones y a través de los medios electrónicos que se prestan a muchas interpretaciones. Sin pensar en el impacto que pueden tener nuestras palabras y gestos.

Y es que damos por hecho muchas cosas, constantemente creamos hipótesis personales sobre acontecimientos o personas, sobreentendemos, difamamos, asumimos y añadimos o quitamos detalles de la información que recibimos a nuestra conveniencia.

Somos una especie de escultores, que van creando o destruyendo la información que originan o reciben, en base a sus características, experiencias, intereses y necesidades.

Cuando una persona intenta transmitir una imagen, un sentimiento, un concepto o una idea probablemente su interlocutor no reciba lo mismo y no estamos conscientes de eso. Esto causa la gran mayoría de los malentendidos, cuando las personas creen estar hablando de lo mismo pero su concepción es totalmente distinta.

Ortega y Gasset decía: " yo soy yo y mi circunstancia”. Las personas discuten constantemente de amor, de asuntos laborales, de dinero, política, etc. Pero con una perspectiva diferente, partiendo de sus circunstancias, condiciones o significados distintos sobre aquello en lo que no están de acuerdo, desde su percepción.


La palabra puede ser la misma, pero el contenido totalmente distinto. La superficie y la profundidad pueden no guardar la relación que tú te imaginas. Tenemos que tener en cuenta qué decimos y cómo lo hacemos, para obtener un mapa un tanto más preciso de nuestra comunicación con los demás. Es fundamental que preguntemos al otro que es o que significa para él, aquello sobre lo que conversamos.

Si no, nos encontraremos asumiendo que los otros comparten nuestra visión del mundo o que piensan igual que nosotros. Y esto, provoca muchos problemas.

Cada uno llevamos en la espalda nuestra educación, experiencias, formación, características personales, religión, como para que siempre compartamos opiniones o sentimientos parecidos. Son los lentes propios con los que sentimos, interpretamos, pensamos y actuamos sobre el mundo.

Lo que yo te comunico, parte de los hechos vividos desde mi experiencia, es una versión solamente. Lo que tú entiendas, es una versión en base a tus características. Tú me lees, pero en base a tus experiencias me entiendes.

A todos nos ha pasado en ocasiones, que hemos contado algo a alguien y esta persona lo platica a alguien más y transmite una información completamente distinta. Cada persona puntualiza lo importante según su perspectiva.

Cuando pensamos que el otro no tiene la razón, ¿no será que en realidad lo único que sucede es que no piensa igual que nosotros?


¡Gracias, Saludos y Bendiciones!

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